Nuestra estima propia está basada en el valor que Dios nos da. Está en la Biblia, Salmo 8:3-5, "Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra".
Dios nos valora según su carácter, no según el nuestro. Está en la Biblia, Salmo 113:7-8, "Él levanta del polvo al pobre, y al menesteroso alza del muladar, para hacerlos sentar con los príncipes, con los príncipes de su pueblo".
Dios nos valora y siempre estamos en su pensamiento. Está en la Biblia, Salmo 139:17-18, "¡Cuán preciosos me son, Oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo".
Somos de mucho valor para Dios. Está en la Biblia, Lucas 12:6-7, "¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos".
La clave para una valoración honrada y precisa es conocer las bases de nuestro propio valor; nuestra identidad en Cristo. Está en la Biblia, Romanos 12:3, "Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno".