Las posesiones son sólo pasajeras. Está en la Biblia, Levítico 25:23, "La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo".
No debemos dejar que nuestras posesiones se adueñen de nosotros. Está en la Biblia, Mateo 6:24, "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas". Lucas 12:15, "Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee".
Las posesiones no son necesarias para nuestra felicidad. Está en la Biblia, Filipenses 4:12-13, "Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad".
Es imprudente preocuparse más por nuestras posesiones que por la casa de Dios. Está en la Biblia, Hageo 1:9, "Buscáis mucho, y halláis poco, y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa".
Debemos compartir nuestras posesiones con los necesitados. Está en la Biblia, Hechos 2:44-46, "Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón".